Otra vez es 8. 8 después de un domingo 7, como aquel de octubre que muchos recuerdan, Una vez más es como despertarse de goma, con dolor de cabeza, la boca seca y ganas de quedarse entre las cobijas. Una vez más amaneció lloviendo, como en aquel mes de lluvias. Sólo que ahora, estamos en pleno verano y el sol debería brillar.
Más allá del panorama típico de la depresión post-electoral que muchos sufrimos hoy, hay que darle paso a algunas enseñanzas.
Creo que la primera y la más importante (en todo caso para mí) es la siguiente: No se puede hacer política cada cuatro años. Ni cada dos años. Ni una vez al año. La política es algo que se construye y se practica día a día. Ayer, justo al borde de las seis, en medio de los pitazos, y cuando el sol se ocultaba quebrándose en pedazos contra el parabrisas, escuché algo tan cierto, en lo cual, nunca había pensado: "Costa Rica es una democracia sin ciudadanía". Lo escuché en la frecuencia 107.1 FM, con la cual estuve en sintonía todo el día.
Una "democracia sin ciudadanía"...¿qué significa eso? Significa que durante muchos años hemos sido domesticados para creer en un sistema que nos brinda la posibilidad de "escoger" a nuestros dirigentes cada cuatro años. Pero no solamente eso, se trata también de un reconocimiento cívico hacia este sistema, al cual santificamos, sin que se permita la más mínima denuncia o el menor cuestionamiento de sus aristas.
En efecto, el gran trabajo del Partido Liberación Nacional, después de la guerra del 48 (tomo esto de lo que escuché anoche, y me disculpo de paso, por ser incapaz de citar el nombre de la mujer que lo expuso) fue crear un sistema que proveyera más o menos lo necesario, un relativo "bienestar" para las mayorías, pero donde estas mayorías fueran excluídas del campo político cotidiano. Las mayorías eran convocadas únicamente para legitimar el proceso de cambio o el sistema en sí.
Pero todo cuestionamiento con dicho sistema era perseguido. Es por eso que se condenó toda organización que estuviese "fuera" del ámbito de influencia del Partido (por ejemplo, los sindicatos no alienados), se persiguió a los disidentes, en su mayor parte comunistas (hasta 1973). Y sobre esas bases se decretó que Costa Rica era "la democracia perfecta". Democracia donde la "participación" política se concebía sólo como participación electoral y al mismo tiempo, democracia que deslegitimaba toda "otra" forma política: la protesta, el bloqueo, el "desorden".
Las elecciones del 7 de febrero, tal y como fueron transmitidas y vividas ayer, renuevan el mito democrático. Un mito tan fuerte que hasta tiene eco internacional.
Eso forma parte de la primera lección. La segunda se puede derivar a partir de allí. Se trata de la necesidad de participar activamente, a todo nivel, en "la política". ¿Pero cómo se hace eso fuera del sistema". ¿Cómo hacerlo más allá de las elecciones?
Creo que un primer paso sería el barrio. Simple y sencillamente salir de la casa, conocer al vecino, participar en el comité que organiza la seguridad, la limpieza y el mantenimiento. Cuando veo que en el lugar donde vivo somos incapaces de pagar todos por la limpieza de nuestra calle o de nuestras áreas verdes, me imagino lo que sería exigir impuestos a nivel de un país. (!!!!). Quizá se me reproche que la comparación no es válida, pero ni modo, es la única que me viene a la cabeza ahora.
Por eso, de nada sirve quejarse cada cuatro años, o incluso querer participar en transporte, como guía, como miembro de mesa. Ya que la democracia es más que eso. Es hacer comunidad, es darse cuenta que a algunas calles de acá, se vive con las uñas, no hay trabajo, hace frío. Y que cualquiera que prometa remediar, tan solo un poco eso, cuenta con apoyo, y más si aparenta tener los medios para hacerlo.
Ese ha sido el triunfo histórico de Liberación, abrir el espacio político, en términos de "retribución" para las clases más bajas, monopolizar el liderazgo comunal con ofertas clientelistas, tejer un entramado de necesidad-ayuda contra lo cual los demás partidos (sobre todo el partido Acción Ciudadana) no han podido competir.
Para esta clase social el PAC representa una amenaza, más que una opción. Y el mismo Partido, a través de sus prácticas de austeridad, se ha autolimitado para ofrecer una alternativa diferente a este sector del electorado. En efecto, la política "gratuita" no existe. Existe únicamente para aquellos que tienen los medios económicos para dedicarse enteramente a ella.
Pero para ese electorado que vota Liberación en su gran mayoría, la política es una relación de cara a cara, donde se piensa con el estómago y se decide en base a las necesidades inmediatas. Hasta que el PAC no aparezca como una opción verdadera para solucionar esas necesidades, de nada valen las ideas, por más sutiles y bellas que sean.
No se trata, claro está, de renunciar a lo que hace que el partido sea tal, es decir a su apego a la ética y a su relación particular con el dinero público.
El Partido Acción Ciudadana tiene que comenzar creando ciudadanía. No desde el discurso, sino desde la práctica cotidiana de sus líderes de base. Ahí comienza el reclutamiento y el fortalecimiento de un partido. Es demostrando su capacidad para forjar partidismo, para forjar fidelidad entre la gente, como un partido capaz de dar soluciones claras y precisas a las demandas más urgentes. Esto se logra de muchas maneras, una de ellas es, sin duda, haciendo crecer económicamente el partido. Sólo la cuota estatal puede permitirle a un partido crecer y financiarse sin venderse. Más y mejores asesores en la Asamblea, gente que pueda estar en contacto constante con la comunidad, apoyo financiero para organización comunal, distrital, cantonal. El PAC tiene que ser un Partido que permita vivir de la política. No de manera clientelar y parasitaria, sino de manera responsable, con rendición de cuentas y con control. Seguir pretendiendo que se gana las elecciones únicamente con ideas, es negar el carácter material del sufrimiento y a partir de él, las implicaciones pasionales del voto. Es, además, restringirse a una torre de marfil, donde aquel que no comprende nuestro lenguaje y nuestras propuestas queda, una vez más, excluído y marginado.
Más allá del panorama típico de la depresión post-electoral que muchos sufrimos hoy, hay que darle paso a algunas enseñanzas.
Creo que la primera y la más importante (en todo caso para mí) es la siguiente: No se puede hacer política cada cuatro años. Ni cada dos años. Ni una vez al año. La política es algo que se construye y se practica día a día. Ayer, justo al borde de las seis, en medio de los pitazos, y cuando el sol se ocultaba quebrándose en pedazos contra el parabrisas, escuché algo tan cierto, en lo cual, nunca había pensado: "Costa Rica es una democracia sin ciudadanía". Lo escuché en la frecuencia 107.1 FM, con la cual estuve en sintonía todo el día.
Una "democracia sin ciudadanía"...¿qué significa eso? Significa que durante muchos años hemos sido domesticados para creer en un sistema que nos brinda la posibilidad de "escoger" a nuestros dirigentes cada cuatro años. Pero no solamente eso, se trata también de un reconocimiento cívico hacia este sistema, al cual santificamos, sin que se permita la más mínima denuncia o el menor cuestionamiento de sus aristas.
En efecto, el gran trabajo del Partido Liberación Nacional, después de la guerra del 48 (tomo esto de lo que escuché anoche, y me disculpo de paso, por ser incapaz de citar el nombre de la mujer que lo expuso) fue crear un sistema que proveyera más o menos lo necesario, un relativo "bienestar" para las mayorías, pero donde estas mayorías fueran excluídas del campo político cotidiano. Las mayorías eran convocadas únicamente para legitimar el proceso de cambio o el sistema en sí.
Pero todo cuestionamiento con dicho sistema era perseguido. Es por eso que se condenó toda organización que estuviese "fuera" del ámbito de influencia del Partido (por ejemplo, los sindicatos no alienados), se persiguió a los disidentes, en su mayor parte comunistas (hasta 1973). Y sobre esas bases se decretó que Costa Rica era "la democracia perfecta". Democracia donde la "participación" política se concebía sólo como participación electoral y al mismo tiempo, democracia que deslegitimaba toda "otra" forma política: la protesta, el bloqueo, el "desorden".
Las elecciones del 7 de febrero, tal y como fueron transmitidas y vividas ayer, renuevan el mito democrático. Un mito tan fuerte que hasta tiene eco internacional.
Eso forma parte de la primera lección. La segunda se puede derivar a partir de allí. Se trata de la necesidad de participar activamente, a todo nivel, en "la política". ¿Pero cómo se hace eso fuera del sistema". ¿Cómo hacerlo más allá de las elecciones?
Creo que un primer paso sería el barrio. Simple y sencillamente salir de la casa, conocer al vecino, participar en el comité que organiza la seguridad, la limpieza y el mantenimiento. Cuando veo que en el lugar donde vivo somos incapaces de pagar todos por la limpieza de nuestra calle o de nuestras áreas verdes, me imagino lo que sería exigir impuestos a nivel de un país. (!!!!). Quizá se me reproche que la comparación no es válida, pero ni modo, es la única que me viene a la cabeza ahora.
Por eso, de nada sirve quejarse cada cuatro años, o incluso querer participar en transporte, como guía, como miembro de mesa. Ya que la democracia es más que eso. Es hacer comunidad, es darse cuenta que a algunas calles de acá, se vive con las uñas, no hay trabajo, hace frío. Y que cualquiera que prometa remediar, tan solo un poco eso, cuenta con apoyo, y más si aparenta tener los medios para hacerlo.
Ese ha sido el triunfo histórico de Liberación, abrir el espacio político, en términos de "retribución" para las clases más bajas, monopolizar el liderazgo comunal con ofertas clientelistas, tejer un entramado de necesidad-ayuda contra lo cual los demás partidos (sobre todo el partido Acción Ciudadana) no han podido competir.
Para esta clase social el PAC representa una amenaza, más que una opción. Y el mismo Partido, a través de sus prácticas de austeridad, se ha autolimitado para ofrecer una alternativa diferente a este sector del electorado. En efecto, la política "gratuita" no existe. Existe únicamente para aquellos que tienen los medios económicos para dedicarse enteramente a ella.
Pero para ese electorado que vota Liberación en su gran mayoría, la política es una relación de cara a cara, donde se piensa con el estómago y se decide en base a las necesidades inmediatas. Hasta que el PAC no aparezca como una opción verdadera para solucionar esas necesidades, de nada valen las ideas, por más sutiles y bellas que sean.
No se trata, claro está, de renunciar a lo que hace que el partido sea tal, es decir a su apego a la ética y a su relación particular con el dinero público.
El Partido Acción Ciudadana tiene que comenzar creando ciudadanía. No desde el discurso, sino desde la práctica cotidiana de sus líderes de base. Ahí comienza el reclutamiento y el fortalecimiento de un partido. Es demostrando su capacidad para forjar partidismo, para forjar fidelidad entre la gente, como un partido capaz de dar soluciones claras y precisas a las demandas más urgentes. Esto se logra de muchas maneras, una de ellas es, sin duda, haciendo crecer económicamente el partido. Sólo la cuota estatal puede permitirle a un partido crecer y financiarse sin venderse. Más y mejores asesores en la Asamblea, gente que pueda estar en contacto constante con la comunidad, apoyo financiero para organización comunal, distrital, cantonal. El PAC tiene que ser un Partido que permita vivir de la política. No de manera clientelar y parasitaria, sino de manera responsable, con rendición de cuentas y con control. Seguir pretendiendo que se gana las elecciones únicamente con ideas, es negar el carácter material del sufrimiento y a partir de él, las implicaciones pasionales del voto. Es, además, restringirse a una torre de marfil, donde aquel que no comprende nuestro lenguaje y nuestras propuestas queda, una vez más, excluído y marginado.
2 comentarios:
excelente!
Tenemos que entender que la política no está en el aire, está en los cuerpos, en la materia, en la necesidad.
Las ideas entran por el estómago, por el bolsillo y por el cemento...
Lúcido viejo, la cosa tambien está en que no podemos esperar que el partido convoque, hay que convocarse, paratidariamente o no. Pero creo que ponerle carnita a la política es lo que hace falta. Me alegra particularmente ver esta idea de una "nueva política" en varias partes, en vez de la decepción y estancamiento postelectoral, característico de esta generación postdemocrática, creo que hay por donde tirar.
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