lunes, 8 de febrero de 2010

Otra vez el 8


Otra vez es 8. 8 después de un domingo 7, como aquel de octubre que muchos recuerdan, Una vez más es como despertarse de goma, con dolor de cabeza, la boca seca y ganas de quedarse entre las cobijas. Una vez más amaneció lloviendo, como en aquel mes de lluvias. Sólo que ahora, estamos en pleno verano y el sol debería brillar.
Más allá del panorama típico de la depresión post-electoral que muchos sufrimos hoy, hay que darle paso a algunas enseñanzas.
Creo que la primera y la más importante (en todo caso para mí) es la siguiente: No se puede hacer política cada cuatro años. Ni cada dos años. Ni una vez al año. La política es algo que se construye y se practica día a día. Ayer, justo al borde de las seis, en medio de los pitazos, y cuando el sol se ocultaba quebrándose en pedazos contra el parabrisas, escuché algo tan cierto, en lo cual, nunca había pensado: "Costa Rica es una democracia sin ciudadanía". Lo escuché en la frecuencia 107.1 FM, con la cual estuve en sintonía todo el día.
Una "democracia sin ciudadanía"...¿qué significa eso? Significa que durante muchos años hemos sido domesticados para creer en un sistema que nos brinda la posibilidad de "escoger" a nuestros dirigentes cada cuatro años. Pero no solamente eso, se trata también de un reconocimiento cívico hacia este sistema, al cual santificamos, sin que se permita la más mínima denuncia o el menor cuestionamiento de sus aristas.

En efecto, el gran trabajo del Partido Liberación Nacional, después de la guerra del 48 (tomo esto de lo que escuché anoche, y me disculpo de paso, por ser incapaz de citar el nombre de la mujer que lo expuso) fue crear un sistema que proveyera más o menos lo necesario, un relativo "bienestar" para las mayorías, pero donde estas mayorías fueran excluídas del campo político cotidiano. Las mayorías eran convocadas únicamente para legitimar el proceso de cambio o el sistema en sí.

Pero todo cuestionamiento con dicho sistema era perseguido. Es por eso que se condenó toda organización que estuviese "fuera" del ámbito de influencia del Partido (por ejemplo, los sindicatos no alienados), se persiguió a los disidentes, en su mayor parte comunistas (hasta 1973). Y sobre esas bases se decretó que Costa Rica era "la democracia perfecta". Democracia donde la "participación" política se concebía sólo como participación electoral y al mismo tiempo, democracia que deslegitimaba toda "otra" forma política: la protesta, el bloqueo, el "desorden".


Las elecciones del 7 de febrero, tal y como fueron transmitidas y vividas ayer, renuevan el mito democrático. Un mito tan fuerte que hasta tiene eco internacional.

Eso forma parte de la primera lección. La segunda se puede derivar a partir de allí. Se trata de la necesidad de participar activamente, a todo nivel, en "la política". ¿Pero cómo se hace eso fuera del sistema". ¿Cómo hacerlo más allá de las elecciones?
Creo que un primer paso sería el barrio. Simple y sencillamente salir de la casa, conocer al vecino, participar en el comité que organiza la seguridad, la limpieza y el mantenimiento. Cuando veo que en el lugar donde vivo somos incapaces de pagar todos por la limpieza de nuestra calle o de nuestras áreas verdes, me imagino lo que sería exigir impuestos a nivel de un país. (!!!!). Quizá se me reproche que la comparación no es válida, pero ni modo, es la única que me viene a la cabeza ahora.
Por eso, de nada sirve quejarse cada cuatro años, o incluso querer participar en transporte, como guía, como miembro de mesa. Ya que la democracia es más que eso. Es hacer comunidad, es darse cuenta que a algunas calles de acá, se vive con las uñas, no hay trabajo, hace frío. Y que cualquiera que prometa remediar, tan solo un poco eso, cuenta con apoyo, y más si aparenta tener los medios para hacerlo.


Ese ha sido el triunfo histórico de Liberación, abrir el espacio político, en términos de "retribución" para las clases más bajas, monopolizar el liderazgo comunal con ofertas clientelistas, tejer un entramado de necesidad-ayuda contra lo cual los demás partidos (sobre todo el partido Acción Ciudadana) no han podido competir.
Para esta clase social el PAC representa una amenaza, más que una opción. Y el mismo Partido, a través de sus prácticas de austeridad, se ha autolimitado para ofrecer una alternativa diferente a este sector del electorado. En efecto, la política "gratuita" no existe. Existe únicamente para aquellos que tienen los medios económicos para dedicarse enteramente a ella.
Pero para ese electorado que vota Liberación en su gran mayoría, la política es una relación de cara a cara, donde se piensa con el estómago y se decide en base a las necesidades inmediatas. Hasta que el PAC no aparezca como una opción verdadera para solucionar esas necesidades, de nada valen las ideas, por más sutiles y bellas que sean.
No se trata, claro está, de renunciar a lo que hace que el partido sea tal, es decir a su apego a la ética y a su relación particular con el dinero público.
El Partido Acción Ciudadana tiene que comenzar creando ciudadanía. No desde el discurso, sino desde la práctica cotidiana de sus líderes de base. Ahí comienza el reclutamiento y el fortalecimiento de un partido. Es demostrando su capacidad para forjar partidismo, para forjar fidelidad entre la gente, como un partido capaz de dar soluciones claras y precisas a las demandas más urgentes. Esto se logra de muchas maneras, una de ellas es, sin duda, haciendo crecer económicamente el partido. Sólo la cuota estatal puede permitirle a un partido crecer y financiarse sin venderse. Más y mejores asesores en la Asamblea, gente que pueda estar en contacto constante con la comunidad, apoyo financiero para organización comunal, distrital, cantonal. El PAC tiene que ser un Partido que permita vivir de la política. No de manera clientelar y parasitaria, sino de manera responsable, con rendición de cuentas y con control. Seguir pretendiendo que se gana las elecciones únicamente con ideas, es negar el carácter material del sufrimiento y a partir de él, las implicaciones pasionales del voto. Es, además, restringirse a una torre de marfil, donde aquel que no comprende nuestro lenguaje y nuestras propuestas queda, una vez más, excluído y marginado.



jueves, 4 de febrero de 2010

Elecciones y exposición mediática

Desde los tristes acontecimientos que precedieron el referendum del 2007, tenemos claro, en este país de democracia centenaria, el rol de los medios masivos de comunicación. Una "noticia", una "opinión de experto" pueden convertirse, por la magia de la repetición constante en un móvil de la voluntad. Así fue como, por ejemplo, el cacareo de un profesor de Georgetown, presentado como "doctor en economía" (lo cual no era cierto), emitido por la cadena CNN en español, logró poner en duda a más de un elector durante la tregua electoral que precedió la decisión soberana sobre el TLC.
Hoy, a tan solo 4 días de las elecciones presidenciales, asistimos al mismo escenario. Esta vez, la cadena CNN se propuso entrevistar a la candidata Laura Chinchilla (PLN) quien, gracias a la proyección mediática "lidera" las encuestas. De esta forma, se le da a la candidata una figura internacional, se le da a conocer en el ámbito latinoamericano y se le consacra como ganadora. Es cierto que la periodista Patricia Janiot se cuidó mucho en su utilización del condicional. Sin embargo, para nadie es un secreto que dicha exposición, cuando faltan unas horas para que se abran las urnas, puede ejercer un peso importante en la decisión del elector. El reconocimiento explícito que está haciendo CNN entrevistando únicamente a esta candidata, señalando de paso que podría convertirse en "la primera mujer en dirigir Costa Rica" apunta hacia una escogencia anticipada. Se da por un hecho la victoria que se decide el domingo 7 de febrero.
Aunque es un deber del Tribunal regular este tipo de exposición mediática, sobra decir que dicha institución carece, no sólo de la voluntad, sino de la capacidad para hacerlo. Cuando vimos, hace 3 años a Luis Antonio Sobrado en el programa "Bailando por un sueño", la noche anterior al Referendum, comprendimos claramente que todos tienen su lado débil. La exposición mediática encandila, incluso a los más tímidos. De ahí, la necesidad de un control ciudadano sobre lo que se transmite en los momentos previos a una elección.
No permitamos que las decisiones se tomen por el "rating" de una cadena internacional. Ese tipo de entrevistas deberían darse después de las elecciones, cuando se han calmado los fuegos electorales y la suerte ha sido echada. Pero no antes. Así que apágue CNN y reflexione.